¿Cuál es tu propósito de marca?

 

Si hay un momento en la creación de una marca para ponerse existenciales… es este. Así que vamos allá: ¡filosofemos un poco!


Cuando creas, ejecutas y empujas un proyecto propio, necesitas una motivación profunda. Debo decirte que esto no tiene nada que ver con ganar dinero. Todos necesitamos ganar dinero. El propósito es otra cosa.

¿QUÉ ES EL PROPÓSITO?

Mejor que ponerme a definirlo con mis palabras, me limitaré a facilitarte un vídeo cortito donde una persona brillante lo explica divinamente. Se llama Simon Sinek, es mundialmente conocido por su concepto “El círculo dorado” y lo explica así (puedes activar subtítulos en el idioma que quieras):

 
 

El resumen ultraresumido de lo que explica Sinek es que “la gente no te compra por lo que haces, sino por el por qué lo haces”. Si no has podido ver el vídeo, Sinek explica que la mayoría de empresas explican qué hacen, algunas explican cómo lo hacen, pero pocas, las más exitosas, empiezan su comunicación y su manera de actuar por el por qué*.

*Realmente creo que la traducción más acertada de este WHY sería “para qué”. Tiene un matiz de misión de cara al futuro que no tiene “por qué”. ¿Qué quiero conseguir con mi trabajo?

Este momento de definir el por qué (o para qué) es precioso, porque muchas veces la gente monta negocios sin saber cuál es, así que sin esperárselo se encuentran haciendo una reflexión, cuando ellos “solo” habían pedido “un nombre”, que les cambiará la forma de percibir su propia actividad, aquello por lo que se levantan cada día.

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE ENCONTRAR EL PROPÓSITO DE TU NEGOCIO?

En primer lugar, lo necesitas para levantarte cada mañana con el machete entre los dientes, dispuesto a abrirte camino por la jungla que supone liderar o emprender un negocio. Cuando se complique la cosa, se te ocurrirán otras mil maneras de ganar dinero más fáciles que por tu cuenta o liderando este negocio, pero un propósito te anclará y te mantendrá firme en tu camino.

En segundo lugar, la gente (clientes, proveedores, colaboradores) no te seguirá solo porque quieras hacerte rico o simplemente pagar las facturas. Querrán saber cómo les harás la vida más feliz o más fácil. Querrán saber de qué manera piensas contribuir a que este mundo sea mejor. Sinek explica que el cerebro límbico, el que toma las decisiones, no entiende de razones. Entiende de emoción.

Venga… ¡busca la chicha! Tú también tienes una misión con el potencial de motivarte, de conquistar y enganchar a los demás. Busca bien en tu cabecita porque, sí o sí, necesitas un propósito. Mira bien por ahí dentro, utiliza las técnicas que consideres.

 

 

«The world needs dreamers and the world needs doers.

But above all, the world needs dreamers who do».

Sarah Ban Breathnach

Algo así como: «El mundo necesita soñadores y el mundo necesita hacedores, pero por encima de todo, el mundo necesita soñadores que hacen». Si estás en este punto, en el de crear una marca, sabemos que tienes la determinación de hacer. Pero ¿sabrías explicar tu sueño a alguien que te cruzaras en un ascensor? Si está claro en tu mente pero no sabes explicarlo, no nos vale. Tienes que tener y saber explicar en una frase (dos a lo sumo) para qué estás en este mundo.

3 MANERAS DE ENCONTRAR —O DEFINIR— TU PROPÓSITO

Te daré tres ideas para encontrarlo o, al menos, verbalizarlo.

1.- IKIGAI

La cultura japonesa es fascinante. Es una fuente inagotable de sabiduría.

 

 

Ahora en serio. Tenemos mucho que aprender de ellos y una de las pruebas es el concepto de IKIGAI.

Significa “la razón de ser” o “la razón de vivir” y según la cultura japonesa, todo el mundo tiene una. Buscar y encontrar tu ikigai trae sentido a la vida. No es moco de pavo. Se dice que esta filosofía de vida puede incluso hacerte vivir más y mejor.

Se trata, entre otras cosas, de buscar esa intersección entre lo que amas, lo que necesita el mundo, por lo que te pueden pagar y lo que se te da bien. O en otros términos, la unión de tu misión, tu vocación, tu profesión y tu pasión. O al menos esa es la simpificación que hemos hecho en occidente de esta idea.

Es este un tema muy extenso para tratar en un post, pero hay varios libros al respecto, como por ejemplo éste:

 
 

2.- LA FASE CERO DE TU FUTURO

Ya he hablado en alguna ocasión de este libro. Lo leí en un momento en el que necesitaba reubicarme, encontrar mi rumbo y la manera de aunar inquietudes personales y profesionales.

De una forma muy metódica y fácil de seguir con ejercicios prácticos, Chechu Salas —experto en el futuro sin ser Rappel— te ayuda a desenmarañar las ideas que tienes en tu cabeza en esos momentos vitales en los que necesitas poner orden para seguir en la dirección correcta. Uno de los principales mensajes que nos transmite es que la mejor forma de prevenir el futuro es crearlo tú mismo, pero para eso tienes que conocerte.

La verbalización a la que yo llegué tras leerlo y hacer los ejercicios que propone fue la siguiente: “Quiero vivir con creatividad y armonía, contribuyendo de alguna manera a mejorar el mundo”. Y tirando, tirando del hilo, llegué a desarrollar lo que hoy es Fogata.

Si te ha picado la curiosidad y quieres probar a ver qué te sale a ti, aquí tienes el libro:

 
 

3.- MEDITACIÓN

Un momeeeento. Si la meditación es algo que te suena a gente que levita en la postura de la flor de loto, para un momento.

La meditación —profundizaremos en algún momento sobre ella en otros posts— nada tiene que ver con dejar la mente en blanco, porque eso es imposible, o con irse al Tíbet de retiro espiritual. 

Es una práctica muy sana que nos ayuda a calmar la mente de mono que nos domina si nos descuidamos, a poner orden y a abrirnos. Con la práctica, nos abrimos a nosotros mismos y nos abrimos al mundo. Aprendemos a escuchar lo que hay dentro y lo que hay fuera desde una sana distancia que nos aporta la serenidad necesaria para distinguir lo importante entre tanto ruido.

Puedes practicar meditación apuntándote a yoga (a clases en las que específicamente se medite después del ejercicio), viendo vídeos en Youtube de meditación guiada o ayudándote de apps de las muchas que hay ahora. No importa cómo lo hagas, pero hazlo. Dentro de un año me cuentas qué tal.

Pues sí, la meditación es la tercera vía que te propongo para llegar a saber para qué estás aquí. Te llevará tiempo, pero merecerá la pena haber abierto la comunicación con ese corazón tan precioso que tienes.

EL PROPÓSITO PARA CREAR FOGATA

Ahora quiero ilustrar todo lo que te acabo de explicar con el ejemplo más cercano que puedo tener: el mío. El que he vivido, sentido, sufrido y disfrutado en toda su muchedad.

A veces, la vida te empuja y puedes llegar a sentir cómo te vas tropezando, viendo a cámara lenta cómo te vas a caer de boca hasta que al final, te caes. Te descoloca, te desarma y es tu trabajo volverte a colocar en la dirección que tú decidas.

Mi chispa no fue una sola. Fueron muchas que convergieron en el mismo tiempo y lugar:

  • Mi cuerpo me dijo “hasta aquí hemos llegado, préstame atención, que aquí pasa algo”;

  • el proyecto profesional en el que llevaba trabajando cuatro años se dio la vuelta en un segundo por decisiones de terceras personas;

  • todo esto ocurrió en el momento justo de haber adquirido la experiencia necesaria en lo que me gusta y se me da bien;

  • la experiencia me aportó la seguridad de saber de lo que hablo;

  • comenzaron a llegar los resultados de haber cultivado la capacidad de abrir la mente a través de la meditación, de conectar con lo que soy

  • …y el puzzle se terminó de completar casi por arte de magia.

 

 

Somos como los actores, que necesitan haber vivido para poder actuar. Durante muchos años escuché decir a las personas que admiraba a nivel profesional que lo importante es tener una historia que contar. Y me preguntaba ¿pero qué cuento yo? ¿Que voy a decir que sea interesante? Y como suele ocurrir, la vida te va poniendo pruebas. Y tu historia se va contando sola.

Yo tenía una historia, pero no lo sabía. A decir verdad, tenía (y tengo) muchas. La vida te las va dando. A ti, a mí y a todos. Pero esas historias no se pueden inventar. Las tenemos, las hemos vivido, solo se trata de identificar cómo pueden ser útiles para nosotros mismos y para los demás.

Fogata no era ni más ni menos que una vía para canalizar todo lo que había aprendido en los momentos más duros. Me pasé meses buscando mi ikigai y lo había encontrado.

Mi propósito era poner mi capacidad creativa, mi empatía, mi habilidad para elegir e inventar palabras y mi capacidad para ver al servicio de historias que necesitan ser contadas para hacer la vida más fácil a los demás.

Ahora dime, ¿cuál es el tuyo? Cuéntame en comentarios, aquí mismo o en las redes sociales.

En el siguiente post de la serie "¿Cómo se crea una marca"?” veremos el segundo paso: el análisis. Hay que pararse a analizar la competencia, el mercado, el público al que te diriges y, sobre todo, a ti mismo.

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¡Paz!

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